martes, 1 de enero de 2013

"Algo termina, algo comienza" A. Sapkowski.

Y con esa cita me remito al año 2012. Puedo decir que estoy orgulloso, en general, de como he actuado, de las cosas que he querido cumplir y que, en general, he cumpliado. Que estoy quizá ligeramente decepcionado con los resultados, pero que desde el momento que me propuse hacer lo que pienso que debo, admití que no obtendría, ni de lejos, lo que quiero.

Así que muchos dicen "qué gran tipo" o "qué altruista" o alguna memez así. Nada más lejos de la realidad. Lo hago por orgullo. Un amigo me dijo una vez que le orgullo era una especie de pandemia, pero a mí me gusta servir a mi orgullo, hacer lo que creo que debo y quedarme a gusto sin tener que pensar en los remordimientos, la conciencia y demás basuras. Podéis llamarme egoísta, no os cortéis.

Ahora mismo vengo de la noche de Nochevieja, de una noche en la que, todo sea dicho, no tenía ninguna gana de salir, pero he salido porque es Nochevieja, porque he supuesto que me vendría bien. La verdad es que ha estado entretenido, pero no tengo ganas de repetirlo mañana. Hacia las 8 me he cansado y me he ido; vengo de desayunar mis churritos con chocolate, yo solo,en un restaurante, o algo así, de pensar en mis cosas.

Porque soy un orgulloso de mierda, podríais pensar, pero la verdad que me he ido porque estaba cansado, de muchas cosas, sin entrar en detalles ni abstracciones difusas, pero en general porque estaba cansado.

El orgullo, quizá, te impulsa a mirar a los demás por encima del hombro, pero para eso, has tenido que comportarte de una forma que tú mismo no criticarías, y tanto más "orgulloso de mierda" seas, más complejo se vuelve.


Me gusta como soy. Empiezo a dibujar algunos esbozos de propósito, para este año. He cumplido los del año pasado y los del anterior, y me llevan, de nuevo, a decir que estoy orgulloso de la persona en la que creo que me voy convirtiendo, para bien o para mal.

Y, pese a todo,  aunque pueda parecer profundo y complejo, os diré que de profundo no tiene una mierda; me he parado a mear en una esquina y me he echao gomina como cualquier cencerro de barrio, y desde luego que de complejo no tiene más que la complejidad que la gente le quiera adjuntar para excusar lo evidente de cuanto nos rodea, que a menudo es mucho.

Así que, sin especial ánimo de romper las ilusiones, los propósitos y los ideales en general de quien me lea, le diré que lo que me apetece ahora no es comer, ni bailar ni celebrar, ni pensar ni ayudar, ni huir, ni callar.

Estoy cansado, y lo que me apetce ahora es, más o menos, irme a dormir. Aunque sepa que me despertaré cansado, porque son muchas cosas. Pero si no fuesen tantas, pensad, no habría razón para levantarse y luchar.

Tenemos la suerte de que le mundo es absurdamente imperfecto, de que tenemos un "casi todo" que aún se puede arreglar.

Cada uno escoje si ayuda o no.

Y yo, mientras leeis todo esto, seguramene ya me habré ido a mimir.

Buenos días, y sober tofo, Feliz Año.

Y como siempre, gracias por leer.

Carlos Garrido

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