Disfrutando de las fiestas

Felices fiestas, si toca (que ojalá). Sinceramente, esto no es más que un intento autoimpuesto, originado en un arrebato inspirado que ayer tuve, en el que pensé que quería escribir sobre muchas cosas; cuando hubo llegado a casa se había pasado, pero creo que merece la pena tratar de reproducirlo, aunque sea parcialmente.

Hoy (ayer) pasé el día en Leon, con mi familia paterna, un montón de gente que acostumbra a vocear a cual más alto, a hacer comentarios y en general cosas del todo desagradables cuando se juntan, y todo eso. Al fin y al cabo supongo que es lo típico en las familias; nunca me ha gustado.

Sin embargo, ayer he de decir que lo disfruté. Lo disfruté mucho, si. Y es que en este último año de mi vida creo que he aprendido dos cosas realmente valiosas, cuanto menos, para mí.

La primera de ellas, es aprender a ver el encanto de todo; cosas, entorno, personas. Me sorprendo sonriendo como un gilipollas ante mis desagradables primillos o mi abuela, se me hacen muy "adorables", a su modo. También me pasa con personas mayores, por supuesto; no es solo el efecto atontador de niños y ancianos. Sinceramente, cuando voy por la calle solo escuchando mi música disfruto cuando veo a un señor jugando con su perro, una parejita feliz (bueno, esto a veces asquea, poque hay gente y gente pero no viene al caso >_<), un tipo con una sonrisa de oreja a oreja y, qué coño, cuando veo a una chica guapa contenta también (H)

Bueno, y con todo lo demás; edificios, árboles... Todo tiene su encanto, y en los últimos tiempos he aprendido a reparar en él.

Por otra parte, he aprendido a esperar. Siempre he sido para algunas cosas, extremadamente impaciente. Tengo cierta teoría que planteada se pintaría absurda,pero es la mejor explicación que tengo para este cambio. Sea como sea, el saber esperar puede ser una auténtica virtud para uno mismo, y esque te facilita lo que he comentado antes.

Supongo que hasta aqui iba lo que ayer había pensado, en parte.

No obstante, también he pensado más cosas,a continuación otra página de mi libreta

La gente tiene, en lo
tiempos que corren, un serio
problema con los conceptos
"mejor" y "peor".

Quizá la tendencia humana
a simplificar todo al máximo
nos impide darnos xuenta
de que hay cosas diferentes,
y en su correcta alternancia
reside la clave de la opti-
mización, o como se dice,
lo "mejor".

El hombre, según dicen, es perfecto en sí mismo. No obstante, pensé ayer, está claro que lo que hace tal a la perfección es única; al fin y al cabo no puede haber diferentes perfecciones diferentes, y el hombre, sin embargo, está compuesto por un plural de indivíduos; todos diferentes entre sí.

Si acaso la perfección reside realmente dentro del hombre, sin duda alguna no reside en un ser humano, sino en el conjunto de facultades y bienes que tenemos como cojunto; debemos aprender unos de otros, por el bien común. Aprender de las acciones de uno mismo es quizá el primer peldaño antes de aprender de las acciones de los demás. Hablo, quiero aclarar, no de las grandes acciones; no de las grandes enseñanzas ni moralejas.
Nuestra labor como "buenos seres humanos" es, tras aprender a retener los conocimientos de nuestros propios errores y nuestros pequeños triunfos, hacer lo propio con lo ajeno. Debemos aprovechar la diferencia para aprender a cuidanos unos de otros, o incluso para hacernos la guerra más eficientemente; aprender de los demás es una clara evolución. En cuanto a nuestros actos, hemos de saber que siempre estamos condicionados y nunca seremos totalmente libres (por mucho que me apetezca no puedo salir volando po la ventana, ya que hasta donde yo se los asturianos no podemos volar), pero tener claro esa condición nos da el derecho a escoger dentro denuestras posibilidades, ponderando las posibles consecuencias de nuestros actos. Cada uno es dueño de sus acciones y destinatario legítimo de sus consecuencias.

Un saludo y feliz año.

Carlos Garrido